domingo, 20 de marzo de 2011

Family facts.

Bien sabemos que al menos en el imaginario colectivo, a los sajones les gustan los hechos cuantificables y a los latinos nos gusta la filosofía (en el sentido amplio del término).  Pues bien, en Family facts lo hacen muy bien.  Son especialistas en cuantificar aquello que el sentido común y la sana doctrina afirman desde siempre.

Por eso tomo prestado de conoze.com este artículo breve peso sustancioso.

Y al día de hoy faltan Alexia y Josefina!



Las 10 ventajas del matrimonio y la familia natural sobre cualquier otra opción

La web www.familyfacts.org está especializada en rastrear y clasificar estudios médicos o sociológicos sobre familia, matrimonio y sociedad. Como suele suceder, la mayoría de estos estudios se refieren a la sociedad norteamericana, aunque muchos pueden aplicarse a Occidente en general. FamilyFacts hizo hace ya algo más de cuatro años una selección de 10 estudios que demuestran 10 ventajas distintas que ofrecen las «familias intactas», definidas como aquellas en las que los hijos son criados por su padre y su madre naturales, que a la vez están ligados por compromiso matrimonial.
1. Los niños criados en familias intactas tienen, como media, mejores resultados académicos, más salud emocional y menos problemas de comportamiento.
Los niños criados por su padre y su madre sacan mejores puntuaciones en 24 de 30 indicadores estudiados que se relacionan con el bienestar emocional y el comportamiento. Los niños que no viven con ninguno de sus padres biológicos sacan peores puntuaciones académicas, peor autodeterminación y autoestima y peor comportamiento.

sábado, 5 de febrero de 2011

Padre, papá, papi...

Hasta hace cosa de un siglo, los hijos acataban el cuarto mandamiento como si no fuera dictamen de Dios sino reglamento de la Federación de Fútbol. Imperaban normas estrictas de educación: nadie se sentaba a la mesa antes que el padre; nadie hablaba sin permiso del padre; nadie se levantaba si el padre no se había levantado; nadie repetía almuerzo, porque el padre solía dar buena cuenta de las bandejas: por algo era el padre...
La madre ha constituido siempre el eje sentimental de la casa, pero el padre era la autoridad suprema. Cuando el padre miraba fijamente a la hija, esta abandonaba al novio, volvía a vestir falda larga y se metía de monja. A una orden suya, los hijos varones cortaban leña, alzaban bultos o se hacían matar en la guerra.
 ―Padre: ¿quiere usted que cargue las piedras en el carro y le dé de beber al buey?
Leer el resto en nuestro muy recomendado blog de Don Enrique Monasterio 

martes, 26 de octubre de 2010

Papá, quiero ser como tu.

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¿Qué mundo vamos a dejar a nuestros hijos? Es el título del artículo de Leopoldo Abadía (La crisis ninja) que transcribimos a continuación. Y al final del cual N. Chinchilla recomienda el video.

Me escribe un amigo diciendo que está muy preocupado por el futuro de sus nietos. Que no sabe qué hacer: si dejarles herencia para que estudien o gastarse el dinero con su mujer y que “Dios les coja confesados”.

Lo de que Dios les coja confesados es un buen deseo, pero me parece que no tiene que ver con su preocupación.

En muchas conferencias, se levanta una señora (esto es pregunta de señoras) y dice esa frase que me a mí me hace tanta gracia: “¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos?” Ahora, como me ven mayor y ven que mis hijos ya está crecidos y que se manejan bien por el mundo, me suelen decir “¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros nietos?”

Yo suelo tener una contestación, de la que cada vez estoy más convencido: “¡y a mí, ¿qué me importa?!” Quizá suena un poco mal, pero es que, realmente, me importa muy poco.

Yo era hijo único. Ahora, cuando me reúno con los otros 64 miembros de mi familia directa, pienso lo que dirían mis padres, si me vieran, porque de 1 a 65 hay mucha gente. Por lo menos, 64.

Mis padres fueron un modelo para mí. Se preocuparon mucho por mis cosas, me animaron a estudiar fuera de casa (cosa fundamental, de la que hablaré otro día, que te ayuda a quitarte la boina y a descubrir que hay otros mundos fuera de tu pueblo, de tu calle y de tu piso), se volcaron para que fuera feliz… y me exigieron mucho.

Pero ¿qué mundo me dejaron? Pues mirad, me dejaron:

1. La guerra civil española

2. La segunda guerra mundial

3. Las dos bombas atómicas

4. Corea

5. Vietnam

6. Los Balcanes

7. Afganistán

8. Irak

9. Internet

10. La globalización

Y no sigo, porque ésta es la lista que me ha salido de un tirón, sin pensar. Si pienso un poco, escribo un libro. ¿Vosotros creéis que mis padres pensaban en el mundo que me iban a dejar? ¡Si no se lo podían imaginar!

Lo que sí hicieron fue algo que nunca les agradeceré bastante: intentar darme una muy buena formación. Si no la adquirí, fue culpa mía.

Eso es lo que yo quiero dejar a mis hijos, porque si me pongo a pensar en lo que va a pasar en el futuro, me entrará la depre y además, no servirá para nada, porque no les ayudaré en lo más mínimo

A mí me gustaría que mis hijos y los hijos de ese señor que me ha escrito y los tuyos y los de los demás, fuesen gente responsable, sana, de mirada limpia, honrados, no murmuradores, sinceros, leales,… Lo que por ahí se llama “buena gente”.

Porque si son buena gente harán un mundo bueno. Y harán negocios sanos. Y, si son capitalistas, demostrarán con sus hechos que el capitalismo es sano. (si son mala gente, demostrarán con sus hechos que el capitalismo es sano, pero que ellos son unos sinvergüenzas).

Por tanto, menos preocuparse por los hijos y más darles una buena formación: que sepan distinguir el bien del mal, que no digan que todo vale, que piensen en los demás, que sean generosos… En estos puntos suspensivos podéis poner todas las cosas buenas que se os ocurran.

Al acabar una conferencia la semana pasada, se me acercó una señora joven con dos hijos pequeños. Como también aquel día me habían preguntado lo del mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos, ella me dijo que le preocupaba mucho más qué hijos íbamos a dejar a este mundo.

A la señora joven le sobraba sabiduría, y me hizo pensar. Y volví a darme cuenta de la importancia de los padres. Porque es fácil eso de pensar en el mundo, en el futuro, en lo mal que está todo, pero mientras los padres no se den cuenta de que los hijos son cosa suya y de que si salen bien, la responsabilidad es un 97% suya y si salen mal, también, no arreglaremos las cosas.

Y el Gobierno y las Autonomías se agotarán haciendo Planes de Educación, quitando la asignatura de Filosofía y volviéndola a poner, añadiendo la asignatura de Historia de mi pueblo (por aquello de pensar en grande) o quitándola, diciendo que hay que saber inglés y todas estas cosas.

Pero lo fundamental es lo otro: los padres. Ya sé que todos tienen mucho trabajo, que las cosas ya no son como antes, que el padre y la madre llegan cansados a casa, que mientras llegan, los hijos ven la tele-basura, que lo de la libertad es lo que se lleva, que la autoridad de los padres es cosa del siglo pasado. Lo sé todo. TODO. Pero no vaya a ser que como lo sabemos todo, no hagamos NADA.

P.S.:

1. No he hablado de los nietos, porque para eso tienen a sus padres.

2. Yo, con mis nietos, a merendar y a decir tonterías y a reírnos, y a contarles las notas que sacaba su padre cuando era pequeño.

3. Y así, además de divertirme, quizá también ayudo a formarles.

sábado, 21 de agosto de 2010

martes, 27 de julio de 2010

El derecho-deber educativo de los padres

La fotografía de los queridos amigos Carmenchu y Horacio con su familia, me sirve de cabecera para un interesante artículo tomado de la página del Opus Dei sobre la misión educativa de la familia.
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A ejemplo de la Sagrada Familia, los padres son cooperadores de la providencia amorosa de Dios para dirigir a su madurez a la persona que se les ha confiado, acompañando y favoreciendo, desde la infancia hasta la edad adulta, su crecimiento en sabiduría, en edad y en gracia, ante Dios y ante los hombres.

Juan Pablo II sintetizaba toda esta doctrina, explicando que eran tres las características del derecho-deber educativo de los padres:

- es esencial, por estar vinculado con la transmisión de la vida humana;

- es original y primario, respecto al papel de otros agentes educativos –derivado y secundario–, porque la relación de amor que se da entre padres e hijos es única y constituye el alma del proceso educativo;

- y es insustituible e inalienable: no puede ser usurpado ni delegado completamente. Consciente de esta realidad, la Iglesia ha enseñado siempre que el papel de los padres en la educación «tiene tanto peso que, cuando falta, difícilmente puede suplirse».
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De hecho, el oscurecimiento de estas verdades ha llevado a muchos padres al descuido, e incluso al abandono, de su papel insustituible, hasta el punto que Benedicto XVI ha hablado de una situación de «emergencia educativa», que es tarea de todos afrontar.

En consecuencia, ante la “emergencia educativa” de la que habla Benedicto XVI, el primer paso es volver a recordar que la meta y el motor interno de la educación es el amor. Y que, frente a las imágenes deformadas del auténtico rostro del amor, los padres, partícipes y colaboradores del amor Dios, tienen la capacidad y la gozosa misión de transmitir, de manera viva, su verdadero significado.

La educación de los hijos es proyección y continuación del mismo amor conyugal y, por eso, el hogar familiar que nace como desarrollo natural del amor de los esposos es el ambiente adecuado para la educación humana y cristiana de los hijos. Para éstos, la primera escuela es el amor que se tienen sus padres. A través de su ejemplo reciben, desde pequeños, una auténtica capacitación para el amor verdadero.

jueves, 15 de julio de 2010

Con sus propias palabras.


Del estupendo blog de Bia, la dolce vita , copio esta entrada muy interesante. La traducción va por mi cuenta y espero que Bia la apruebe. Hacer que los niños escriban postales puede parecer algo anticuado. Sin embargo está lleno de sentido. Les enseña la vigencia de la palabra escrita, les ayuda a expresarse, les enseña el orden, y con picardía les forma en muchas otras virtudes.

Los viajes internacionales llevan mucha planificación.
  • Hay tantos detalles para organizar
  • Tantas decisiones para tomar.
  • Tantas cosas para pensar: ¿impermeables o paraguas? ¿alquilar una camioneta grande o dos autos? ¿Pompeya o Herculano? ¿Capri o no Capri?
Pero sobre todo, sabíamos que queríamos que nuestros chicos apreciaran y entendieran la riqueza de este viaje, siendo ellos mismos los cronistas de sus aventuras. Los diarios de viaje estaban “demodés”. No lo aceptarían , con lo que nos decidimos por una idea que funcionó bien para nosotros hace cuatro años, en su primer viaje a Italia: les pusimos a escribir y enviar tarjetas postales a sí mismos.
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Era sencillo: después de un día dedicado a pasear, cada uno seleccionaba una postal y registraba los aspectos más destacados de la jornada. La tarjeta postal era el medio perfecto, porque no sólo era una foto de lo visto, sino que además limitaba el espacio de “tortura” –escribir el diario- al mínimo.

Ahora que volvimos a casa, comenzaron a llegar por correo las tarjetas postales. Roma, Nápoles, Verona, Capri, Sorrento... en definitiva, nuestras vacaciones italianas en sus propias palabras.

Dear Me,
Hoy visitamos el palacio real de Caserta. Fue hermoso, donde se filmó Star Wars: The Phantom Menace. Caminando por los patios, me corren escalofríos cada vez que creo que Jar Jar Binks estaba allí.
Nicolás

Dear Me,
San Pedro es una hermosa iglesia. Hay un lugar afuera que si te paras sobre él, todas las columnas detrás de la delantera desaparecen, por lo que sólo se ve la del frente. Vimos donde fueron sepultados la mayoría de los papas.
Jonathan

Dear Me,
Me encanta Verona. Fui a cazar ranas con Martha.
Timothy

Dear Me,
Ahora estamos en Verona, donde vive la familia de mi Nonna. Esta ha sido mi parte favorita del viaje. También compré FIFA 09 ' para mi DS.
Jonathan

Dear Me,
Roma fue “cool”! El Coliseo fue genial, pero el Foro fue que un montón de ruinas viejas. San Pedro fue el punto culminante, pero el Museo del Vaticano fue terriblemente doloroso.
Nicolás


¡Gracias Bia!

lunes, 31 de mayo de 2010

Virtudes y valores

Aquilino Polaino, Catedrático de Psicopatología. Facultad de Medicina. Universidad CEU-San Pablo escribe este artículo que nos parece interesante y muy ameno. Lo tomamos de psicología y familia , blog que les recomendamos visitar.
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Me gusta más hablar de virtudes que de valores. No es una mera cuestión de palabras, sino un problema de fondo acerca del significado. Las virtudes sólo se pueden enseñar de manera indirecta. En cambio, se pueden aprender directamente, viviéndolas.La persona ha de hacerse a sí misma. Un principio que parece aceptable es éste: el hombre "es", pero "no está hecho". Cuando nace es sólo una posibilidad, la posibilidad de un proyecto todavía no determinado. Por supuesto, que la persona no puede hacerse sola, ni hacer de ella cualquier cosa que le apetezca. Porque haciendo "cualquier cosa" no llegará a ser la persona que quiere ser. Además, en ella influyen otros muchos factores, que condicionan la trayectoria de la biografía que para sí elija. Pero los condicionamientos no son tantos ni tan vigorosos que anulen la libertad. Ser libre significa tener la vida en las manos. Lo que resulte dependerá del uso que se haya hecho de la libertad. Siempre estamos eligiendo. Incluso, cuando no elegimos estamos eligiendo "no elegir". Con la libertad nos "hacemos". Pero hay muchas personas que en el empeño de "hacerse a sí mismas" se "deshacen". Por otra parte, hay también personas muy "deshechas" que, con la ayuda de otros, se "rehacen". Durante nuestra vida hay momentos en que "nos hacemos" y otros en los que "nos deshacemos". El resultado depende de muchas circunstancias y de otras personas, que no hay tiempo de analizar ahora. Pero el resultado de nuestra actividad depende del "proyecto" que cada uno se haya hecho para su propia vida. Siempre que actuamos lo hacemos por algo y para algo; cuando actuamos nos proponemos un fin, una meta. Si no lo hiciéramos así, nuestro comportamiento no tendría sentido; en el fondo significaría que no tenemos proyecto alguno y probablemente nuestras acciones non podrían llamarse humanas: serían meros actos reflejos, como los de los seres irracionales. Para realizarse como persona, es menester tener un proyecto racional, pensado, algo en lo que se ha reflexionado y sobre lo que se ha decidido. Decidir hacer algo es decidir-se a sí mismo en esa misma dirección. Determinar algo es determinarse.
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Proponerse un modelo
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Es ineludible elegir un modelo que motive la conducta, para realizar un proyecto personal. A veces uno está un poco atontado, aburrido, sin saber qué hacer. Esta es una enfermedad que padecen casi todos los jóvenes de hoy. Uno puede encontrarse un sábado o un domingo sin saber qué hacer en la vida y con la propia vida. Esta situación indica que no se tiene un modelo ni un proyecto. Cabría proponer a esos chicos un ejercicio: que se pregunten ante una mesa vacía, sin bibliografía, provistos sólo de papel y bolígrafo: ¿por qué cinco valores me jugaría la vida ahora mismo?Si no emergen en la mente esos cinco valores, es que no hay proyecto, es que todavía no ha encontrado cuál es el sentido de su vida.
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Del drama humano a las tragedias del viernes noche
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Pongamos un ejemplo. Una chica quiere estudiar y dice: "Me voy a tomar una buena dosis de cafeína y me pongo a estudiar". Se pone. Pero enseguida descubre que es muy importante tener a mano un rotulador amarillo, para subrayar y retener...Pero no lo tiene. Se levanta, lo busca, se pelea con su hermana porque se lo ha quitado y no sabe dónde está. Se enfada...Bueno, como son las cinco menos diez y a las cinco abren, voy a salir a la calle y comparar un par de ellos porque, claro, esta tarde es definitiva. Vuelve a las cinco y cuarto. Ya está llegando al portal de su casa cuando se encuentra a una amiga. Entonces la amiga le dice: "Te estaba buscando, mujer; nos tenemos que tomar un café. La amiga empieza a contarle el problema que ha tenido con un amigo que la ha dejado y entonces...la escucha, le da consejos, y cuando se da cuenta...¡las seis y cuarto!.Vuelve a casa con los dos rotuladores. Bueno, a esta hora quizá lo conveniente sería cargar las pilas, tener mas energía, o sea merendar. Va a la nevera, olfatea...Elige a su gusto y se va a la sala de estar a tomárselo. Hace "clic" y se enciende el televisor. Hay película medio empezada. Enseguida anuncios. Después viene la segunda parte de la película y quizás se puede coger el hilo del argumento...Son las siete y media de la tarde: ya no compensa ponerse a estudiar hora y cuarto...Voy a cenar temprano y llamar a mi amiga porque dos personas se motivan más, formamos "el nosotros", nos autoestimulamos. Probablemente hasta las tres de la mañana, prepararemos muy bien el examen. Además queda todo el sábado y el domingo; hay tiempo. Llama a su amiga. Llega a las once y media porque se ha retrasado el autobús. Al final se ponen a estudiar a las doce menos cuarto y suena el móvil. Le llama el amigo que está de "movida". Se marchan las dos y... ¡a las ocho de la mañana! Se encuentran tomando unos churros con café, para aliviar el dolor de cabeza que el consumo de alcohol les produjo. ¡Esto es lo que ahí! El estudio va a ser que no, que mejor lo dejamos para la tarde del sábado. He aquí la pequeña tragedia del viernes noche.
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El proyecto que ha hecho esa persona joven está minado de errores. Habría que decirle: si tú a las cuatro de la tarde pretendes ponerte a estudiar, no discutes con tu hermana, no hay "chute" de cafeína, no hay búsqueda de rotuladores absolutamente irrenunciables. No, no lo son. Si tu fin es estudiar de cuatro a ocho, lo que hay que hacer es sentarse a las cuatro y no levantarse hasta las ocho, estés como estés y sea donde sea. Y además hay que sentarse estoicamente ante el libro. ¿Qué se hace cuando tienes hambre y te encuentras con el mejor bocadillo que tienes delante y te gusta? Te lo meriendas. Pues si te has propuesto estudiar, debes ponerte delante del libro y merendártelo, de cuatro a ocho, hasta que acabes. Si no eres capaz de tomar el libro que tienes que estudiar con la misma energía, con la misma disposición, con las mismas actitudes con que coges el bocadillo de tu vida, que te encanta, que después de dos días sin comer eres capaz de zampártelo en un santiamén, entonces tú no estás motivada para trabajar y tu proyecto no funciona.Cuando un hombre o una mujer tienen un proyecto de vida, cuando concibe un proyecto acerca de su ser personal, él mismo, ella misma, se proyecta, se lanza con armas y bagaje a la realización de ese proyecto porque se ha comprometido con él. Entonces ese proyecto pasa a ser vida vivida, fin de la existencia, compromiso radical y profundo. Y con un talante decidido se impide que haya la más mínima fisura que lo debilite o tuerza. Sin proyecto, damos bandazos y acabamos en la frustración.
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Elegir y renunciar
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Elegir un proyecto, proponerse una meta, implica excluir cosas que no encajan en él, que no son de nuestro estilo, que no caben en nuestro programa. Elegir implica renunciar. Cuando hay una conducta motivada por un proyecto, uno se alegra de las renuncias que conlleva, porque está comprometido con la elección por la que ha optado.Esta es la manera de enriquecer la personalidad. De lo contrario vamos dando vueltas a las cosas a las que hemos renunciado, o esquivando el bulto al compromiso asumido, y así la elección -el ejercicio de la libertad- no tiene mucho sentido. Así las circunstancias nos llevan por dónde no queremos ir. Pero no porque sean más fuertes que nosotros, sino porque nos rendimos, porque nuestro proyecto no tenía fuerza, porque carecía de garra y de los valores necesarios. Puede suceder que uno lleve arrastrándose por este mundo durante cincuenta años y todavía no sabe qué está haciendo en él. Sencillamente, porque no ha sabido qué hacer consigo mismo.
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Cómo saber qué hacer
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Para saber qué hacer consigo mismo, y hacerse un proyecto coherente y satisfactorio, es preciso conocerse a sí mismo; tarea no fácil. Se cometen muchos errores, en este sentido. Hay muchos chicos que descubren a los cuarenta años la gran capacidad que tienen para aprender, por ejemplo, ruso. Pero nadie les ayudó a descubrir que tenían esa capacidad de modo innato. Se cometen muchos errores en el conocimiento propio por estimarse a la baja, es decir, por infraestimación.En este aspecto, la pedagogía de padres y profesores se ha equivocado con frecuencia. No hemos descubierto los valores positivos que tenían nuestros hijos o alumnos. No hemos puesto el rodrigón para que crecieran en sus valores innatos. "¡Lucha contra tus defectos!", hemos dicho, cuando por cada defecto arraigado en ese joven hay cinco, seis, diez, veinte, cien valores dominantes -cien rasgos positivos, cien dones que le han regalado- que son los que hay que desarrollar. Esa persona, quizá lo ha pasado mal tratando de erradicar un defecto, por ejemplo, el desorden: está todo el día peleándose con el armario, no sabe donde poner los zapatos, los calcetines, etc.; y, sin embargo, le hubiera costado poco desarrollar otros valores que tenía en estado potencial o ya muy crecidos como, por ejemplo, la magnanimidad, la puntualidad, la simpatía, la constancia, la generosidad...Con muy poquito esfuerzo hubiera crecido en un montón de virtudes y hubiera hecho felices a muchas personas. Pero como nadie se los mostró, no ha crecido. Y tienen un concepto negativo, pésimo, de sí mismo, porque sabe que es un desordenado, y cree que es un desastre, que siempre tiene los libros arrugados...Tienen una pésima imagen de sí mismo, pero es que nadie le ha descubierto el lado positivo que tenía y en el que, con tanta facilidad, podía crecer. Luchando de una manera negativa casi nunca se consiguen virtudes. Desarrollando los valores positivos que cada persona tiene y libremente quiere desarrollar, con ayuda de los demás, es como se logran las virtudes, que es lo que hace valiosas a las personas. Hay que acabar con la pedagogía varada en lo negativo, porque sólo es compatible con el más radical pesimismo antropológico. Lo cierto es que la persona, hombre o mujer, es una maravilla; cada persona es única, irrepetible e insustituible. Y, además, está dotada de muchos más rasgos positivos que negativos.
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Hacer rendir los valores
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Por lo tanto, hay que ahondar, hay que ser valiente y preguntarse: ¿quién soy yo? ¿qué valores tengo? ¿qué valores puedo alcanzar? ¿cómo puedo sacar partido de los valores que tengo?Hay que proponérselo, proyectarse activamente, lanzarse hacia unos valores concretos y desarrollar las virtudes correspondientes. ¿Cómo? Ejercitando la virtud, no hay otro modo. ¿Usted quiere llegar a ser más simpático? Pues, empiece a sonreír más, y se estirarán sus músculos faciales. Primero le saldrá una sonrisilla de conejo, pero no importa; llegará un momento en que los músculos fácilmente se estirarán. La simpatía no se consigue haciendo un master, sino ejercitándola, y si lo hace ya verá como no hace estimaciones a la baja del valor de su propia persona.Si usted, al llegar a este mundo tenía en sinceridad -por las cualidades innatas que le habían regalado junto a su vida-, una puntuación de 8, usted tendrá que morirse con un valor en sinceridad de 800; valor que alcanzará con muy poco esfuerzo. Esa será su biografía, no tendrá otra. A eso le llaman los economistas plusvalía. En la vida, o crecemos o menguamos. ¿Y si una persona nace con un alto valor de alegría, porque sin hacer ningún esfuerzo ya en la cuna sonríe de forma maravillosa, y puntúa 1000, y cuando se muere tiene sólo 200? ¡La inflación se lo ha comido! Ha perdido el gran regalo de su vida.Nos reímos, pero esto es sumamente importante. Si nacemos con 800 de alegría y llegamos a los setenta y cinco con sólo 200 de alegría, todo el mundo dirá: "¡cuidado, es un viejo gruñón; no te acerques, porque te puede morder". Si, en cambio, hemos nacido con 800 y elevamos este valor a 8000, dirán: "Cuida a este viejo: es encantador, ya verás qué simpático, qué bien te lo pasas con él..."Creciendo en la virtud de la alegría se hace felices a otras muchas personas. Al menguar en la virtud de la alegría nos quedamos solos y nos sentimos aislados, y además refunfuñamos, espantamos y hacemos desgraciados a quienes nos rodean o nos tiene que cuidar. Hemos perdido los papeles por el camino de la vida, porque no nos hemos conocido, porque sencilla e injustamente nos hemos infravalorado, porque no hemos sabido desarrollar los valores que ya teníamos, y que tan poco nos habría costado aumentarlos.
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La ética de las virtudes
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Estoy hablando de virtudes. Me gusta más hablar de virtudes que de valores. No es una mera cuestión de palabras, sino un problema de fondo acerca del significado. Las virtudes sólo se pueden enseñar de manera indirecta. En cambio, se pueden aprender directamente, viviéndolas.Merece respeto "el deber por el deber", pero sin olvidar la ética de la felicidad, que es la que hay que resucitar, sin perder el punto de referencia de la ley. Cuando yo me porto bien, lo hago porque me da la gana, y me da la gana porque así soy feliz. El listillo que hace el mal no es feliz; es un desgraciado. Puede demostrarse fácilmente que es un desgraciado. Pondré un ejemplo: una chica que aguanta a su madre cuyo único defecto consiste en tener muy mal genio. Grita y grita, y esto es como plomo derretido que cae por la espalda. Aún así la soporta y la aguanta. Y gracias a que hace ese bien de soportar a su madre, se hace buena. Puede decir que es tonta, pero no lo es: es feliz. Su madre se expansiona gritándola y, gracias a eso, no tienen que ir al psiquiatra. Si su hija le plantara resistencia, tendría que ir al psiquiatra porque se suscitarían entre ellas muchos conflictos. Esa hija acabaría por irse de casa. Pero, gracias al vigoroso temple que la chica tiene no ocurre nada de esto.Por cierto, que no es verdad que las personas seamos buenas y, por eso, hacemos el bien. Sólo cuando alguien se esfuerza por hacer el bien, después de algún tiempo de esforzarse en lo mismo, acaba siendo bueno. Sólo empeñándonos seriamente, desarrollaremos la bondad que nos ha sido regalada con la vida. Sólo así nos hacemos sin deshacemos.