jueves, 15 de octubre de 2009

Sentido común.

En http://familiaenconstruccion.blogspot.com/ , Don Joan publicó dos entradas muy buenas sobre el débito conyugal. Sesudas y contundentes.
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Y nosotros agregamos una, a título de comentario de lo que la vida enseña, que ahora pongo también en este sitio.
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Con atención y mucho agradecimiento leí los dos artículos precedentes sobre el débito conyugal de Don Joan. Nada puedo ni quiero agregar a lo dicho. Solamente comentar un aspecto que, por razón de mi profesión, tuve que enfrentar en varias ocasiones.
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El ambiente cargado de erotismo que nos rodea lleva, a poco que nos descuidemos, a perder la noción de la realidad. En efecto, en los cursos para novios por ejemplo, es preciso hacer ver a los futuros esposos que en el lecho conyugal las cosas no son como en las películas. Hay que conocer al cónyuge, su forma de amar, de sentir, de manifestar su lenguaje corporal. Pasada la fogosidad de los primeros meses de casados, vendrán momentos de mayor o menor apetencia, de conocimiento con aceptación respetuosa y admiración del ciclo hormonal femenino, con sus consecuencias en la vida conyugal y en la procreación. Asimismo el vigor varonil, influido por el cansancio, el trabajo, las mil cosas del acontecer diario, o alguna medicación con efectos colaterales (un sencillo betabloqueante), podrá tener sus altibajos, incluso en edades jóvenes.
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Suelo decirle a los futuros esposos y padres, que consideren que para una madre joven, el pecho que amamanta puede ser al rato el pecho de una esposa amante. Este hecho por sí solo,implica un desafío importante para la mamá. Ser esposos, nuevamente, no es como en el cine. La vida es más rica.
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Junto con lo anterior y volviendo a la influencia del ambiente que nos rodea, los esposos debemos cuidar nuestro corazón para la persona amada. Descuidar la vista ante el escaparate circundante tiene riesgos grandes. No sólo desde el punto de vista moral. Pensemos en el desajuste con la realidad que se produce. La imaginación luego traiciona. Y más de una vez un diagnóstico de disminución de la libido, de frigidez, no es más que un eufemismo para esconder que en la mente de esa persona, se han juntado imágenes, recuerdos y sensaciones que alteran el normal desarrollo de la sexualidad real, de carne y hueso.
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Los estímulos que recibe nuestro cerebro no se pueden archivar como en una computadora en una carpeta. La sexualidad humana se expresa como una manifestación más de la unidad del cuerpo y el espíritu. Las expectativas irreales, desproporcionadas con la condición propia o del cónyuge, llevan a fracasos en la relación conyugal que no hay Viagra ni cirugías plásticas que arreglen.
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Finalmente, que el acto sexual entre los esposos es justicia y es amor. Es placer y es don de sí. Pero siempre y cuando, con sinceridad, se vean los hechos con la luz de la razón, del corazón y del respeto de la persona.

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