jueves, 3 de diciembre de 2009

Cuidar el noviazgo.

Hace un par de días publiqué estas reflexiones en http://familiaenconstruccion.blogspot.com/ . Me parece que también es de interés para los lectores de este blog, que no necesariamente son los mismos.
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El noviazgo es esa etapa de la relación interpersonal entre una chica y un chico que se preparan para el matrimonio, en que hay que aprovechar el tiempo para conocerse. Parece de Perogrullo pero deja de parecerlo cuando uno se plantea que luego del casamiento, empieza rápidamente a ganar terreno la aceptación del otro tal cual es, frente a las posibilidades que ofrece el conocimiento. Ciertamente que no estoy hablando en una claudicación frente a los defectos del cónyuge; al contrario, en una apuesta a su capacidad de mejora. Es bastante realista plantearlo en esos términos, las personas no cambiamos demasiado sino que mejoramos, si queremos y nos dejamos ayudar. El matrimonio es una lotería, afirmaba algo descreída mi abuela. Pero un noviazgo bien vivido reduce los riesgos, se le podría contestar.

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Es bueno que los novios consideren con frecuencia, que el conocimiento durante el noviazgo, es un objetivo a procurar con intencionalidad y medios apropiados . Y que para ello hay unos modos de relacionarse que son los propios de esta etapa y que son diferentes de los modos propios del relacionamiento matrimonial.
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Concretamente, las relaciones sexuales entre los novios, constituyen una valla cierta para el conocimiento mutuo. Con la apariencia de una entrega y una “prueba de amor”, los novios que dan este paso, interponen a esta altura de su relación, una barrera al conocimiento mutuo, en lugar del pretendido conocerse y entregarse más.


En efecto, la entrega mutua en una relación sexual fuera del matrimonio, sigue siendo verdadera entrega entre personas. Y esta relación clamará por sus fueros a la hora de ver con objetividad si existen razones que hagan conveniente repensarla. Se pidió mucho, se entregó mucho y los sentimientos se convirtieron en dueños de la razón.

Es más, la fuerza del vínculo interpersonal que establece el lazo sexual, hará que incluso se vean con dificultad datos que con una perspectiva más desapasionada podrían significar, por ejemplo, amenaza de violencia en el noviazgo y en el matrimonio y una necesidad urgente de poner tierra de por medio. Sin mencionar un ofuscamiento del entendimiento para otras realidades, evidentes para los amigos y familiares, difíciles de aceptar para unos jovencitos que terminan arreglando las desavenencias en la cama, en lugar de desarrollar las virtudes de generosidad, fortaleza, ejercicio recto de la voluntad, afán de mejora y exigencia personal. Virtudes estas sí, que a la hora del matrimonio, son la base para una relación respetuosa y generosa.

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