Tomamos de Aceprensa el siguiente artículo, a su vez tomado de Avvenire del 16.4.2010.
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Goebbels y la operación de los sacerdotes paidófilos.
Massimo Introvigne, sociólogo italiano director del Centro de Estudios sobre las Nuevas Religiones (CESNUR), recuerda en un artículo en Avvenire (16-04-2010) una campaña nazi de 1937 dirigida por el ministro de propaganda Joseph Goebbels para desacreditar a la Iglesia católica. Se basó en algunos casos reales de abusos sexuales cometidos por miembros del clero católico, pero amplificados y distorsionados.
“Casos de abusos sexuales salen a la luz cada día contra un gran número de miembros del clero católico. Por desgracia, no se trata de casos individuales sino de una crisis moral colectiva en una dimensión tan horrorosa y desconcertante como quizá la humanidad nunca ha conocido. Numerosos sacerdotes y religiosos son reos confesos. No hay duda de que los miles de casos que han llegado al conocimiento de la Justicia representan solo una pequeña parte del total, ya que muchos abusadores han sido cubiertos y ocultados por la Jerarquía”. Un editorial del New York Times del 2010?, se pregunta Introvigne. “No: un discurso del 28 de mayo de 1937 de Joseph Goebbels (1897-1945), ministro de Propaganda del Tercer Reich.”
Goebbels montó la operación en 1937 cuando Pío XI publicó la encíclica contra la ideología nazi
“Este discurso, de gran resonancia internacional, es el culmen de una campaña lanzada por el régimen nazi para desacreditar a la Iglesia Católica involucrándola en un escándalo de sacerdotes pedófilos. 276 religiosos y 49 sacerdotes seculares fueron arrestados en 1937. Las detenciones se realizaron en todas las diócesis alemanas, para que los escándalos se mantuvieran continuamente en la primera página de los periódicos”.
“El 10 de marzo de 1937 con la encíclica Mit brennender Sorge el papa Pío XI condena la ideología nazi. A finales del mismo mes el Ministerio de la Propaganda guiado por Goebbels lanza la campaña contra los abusos sexuales de los sacerdotes.”
A partir de unos pocos casos reales se lanzó una campaña para presentarlos como si fuera una crisis moral colectiva en la Iglesia. Introvigne explica que en 1937 el jefe del contraespionaje militar alemán, el almirante Wilhelm Canaris, desaprueba la maniobra de Goebbels contra la Iglesia y encarga al abogado católico Josef Muller que lleve a Roma una serie de documentos secretos sobre el tema. Pío XII encarga al jesuita alemán Walter Mariaux que estudie los documentos.
Introvigne considera que esta maniobra de Goebbels es un típico caso de creación de lo que los sociólogos llaman un “pánico moral”. Como siempre en estos caos, en la base hay hechos reales, pero sistemáticamente amplificados en número y distorsionados en su interpretación.
Antes de la publicación de la encíclica, había habido en Alemania algunos casos de abusos de menores. El mismo Mariaux considera culpables a un religioso de una escuela de Bad Reichenall, a un profesor laico, a un jardinero y a un bedel, condenados en 1936. Pero la sanción decidida por el Ministerio de Educación de Baviera –la revocación de la autorización para gestionar centros de enseñanza a cuatro órdenes religiosas– fue totalmente desproporcionada y refleja la voluntad del régimen de atacar a las escuelas católicas.
“Los casos de abusos –poquísimos, pero reales– habían provocado una firme reacción del episcopado. El 2 de junio de 1936 el obispo de Münster, Clemens August von Galen (1878-1946) –alma de la resistencia católica al nazismo, beatificado por Benedicto XVI en 2005– hace leer en las misas dominicales una declaración en la que expresa ‘el dolor y la tristeza’ por los ‘abominables delitos’ que ‘arrojan ignominia sobre nuestra Iglesia’”.
“ El 20 de agosto de 1936, tras un caso que afecta a algunos franciscanos de Waldbreitbach, el episcopado alemán publica una carta pastoral colectiva en la que ‘condena severamente’ a los responsables y subraya la colaboración de la Iglesia con los tribunales estatales.” Al mismo tiempo, “los obispos hacen notar que entre los maestros de las escuelas estatales y en la misma organización juvenil del régimen, la Hitlerjugend, los casos de condenas por abusos sexuales son mucho más numerosos que entre el clero católico”.
“Lo que determina la gran campaña de 1937 es la encíclica de Pío XI contra el nazismo”, señala Introvigne. “Mariaux lo prueba a través de las detalladísimas directrices enviadas por Goebbels pocos días después de la publicación de la Mit brennender Sorge, dirigidas a la GESTAPO, la policía política del Tercer Reich, y sobre todo a los periodistas, invitados a ‘descubrir’ los casos juzgados en 1936, e incluso episodios más antiguos, reproponiéndolos constantemente a la opinión pública”.
De todos modos, en aquellas fechas todavía se mantenía cierta independencia de los tribunales. “De los 325 sacerdotes y religiosos detenidos después de la encíclica solo 21 fueron condenados. Y es casi seguro que entre estos había inocentes calumniados. Casi todos acabarán en campos de concentración, donde muchos morirán”.
El intento nazi de descalificar a la Iglesia a escala internacional no triunfó. Gracias al coraje de Canaris y a la constancia del investigador jesuita Mariaux, la verdad saldrá a la luz durante la guerra. “La perfidia de la campaña de Goebbels suscitará más indignación que la eventual culpabilidad de algunos religiosos. El origen de todos los ‘pánicos morales’ en materia de sacerdotes pedófilos les explotará en las manos a los mismos propagandistas del nazismo que habían tratado de organizarlo”.
Massimo Introvigne, sociólogo italiano director del Centro de Estudios sobre las Nuevas Religiones (CESNUR), recuerda en un artículo en Avvenire (16-04-2010) una campaña nazi de 1937 dirigida por el ministro de propaganda Joseph Goebbels para desacreditar a la Iglesia católica. Se basó en algunos casos reales de abusos sexuales cometidos por miembros del clero católico, pero amplificados y distorsionados.
“Casos de abusos sexuales salen a la luz cada día contra un gran número de miembros del clero católico. Por desgracia, no se trata de casos individuales sino de una crisis moral colectiva en una dimensión tan horrorosa y desconcertante como quizá la humanidad nunca ha conocido. Numerosos sacerdotes y religiosos son reos confesos. No hay duda de que los miles de casos que han llegado al conocimiento de la Justicia representan solo una pequeña parte del total, ya que muchos abusadores han sido cubiertos y ocultados por la Jerarquía”. Un editorial del New York Times del 2010?, se pregunta Introvigne. “No: un discurso del 28 de mayo de 1937 de Joseph Goebbels (1897-1945), ministro de Propaganda del Tercer Reich.”
Goebbels montó la operación en 1937 cuando Pío XI publicó la encíclica contra la ideología nazi
“Este discurso, de gran resonancia internacional, es el culmen de una campaña lanzada por el régimen nazi para desacreditar a la Iglesia Católica involucrándola en un escándalo de sacerdotes pedófilos. 276 religiosos y 49 sacerdotes seculares fueron arrestados en 1937. Las detenciones se realizaron en todas las diócesis alemanas, para que los escándalos se mantuvieran continuamente en la primera página de los periódicos”.
“El 10 de marzo de 1937 con la encíclica Mit brennender Sorge el papa Pío XI condena la ideología nazi. A finales del mismo mes el Ministerio de la Propaganda guiado por Goebbels lanza la campaña contra los abusos sexuales de los sacerdotes.”
A partir de unos pocos casos reales se lanzó una campaña para presentarlos como si fuera una crisis moral colectiva en la Iglesia. Introvigne explica que en 1937 el jefe del contraespionaje militar alemán, el almirante Wilhelm Canaris, desaprueba la maniobra de Goebbels contra la Iglesia y encarga al abogado católico Josef Muller que lleve a Roma una serie de documentos secretos sobre el tema. Pío XII encarga al jesuita alemán Walter Mariaux que estudie los documentos.
Introvigne considera que esta maniobra de Goebbels es un típico caso de creación de lo que los sociólogos llaman un “pánico moral”. Como siempre en estos caos, en la base hay hechos reales, pero sistemáticamente amplificados en número y distorsionados en su interpretación.
Antes de la publicación de la encíclica, había habido en Alemania algunos casos de abusos de menores. El mismo Mariaux considera culpables a un religioso de una escuela de Bad Reichenall, a un profesor laico, a un jardinero y a un bedel, condenados en 1936. Pero la sanción decidida por el Ministerio de Educación de Baviera –la revocación de la autorización para gestionar centros de enseñanza a cuatro órdenes religiosas– fue totalmente desproporcionada y refleja la voluntad del régimen de atacar a las escuelas católicas.
“Los casos de abusos –poquísimos, pero reales– habían provocado una firme reacción del episcopado. El 2 de junio de 1936 el obispo de Münster, Clemens August von Galen (1878-1946) –alma de la resistencia católica al nazismo, beatificado por Benedicto XVI en 2005– hace leer en las misas dominicales una declaración en la que expresa ‘el dolor y la tristeza’ por los ‘abominables delitos’ que ‘arrojan ignominia sobre nuestra Iglesia’”.
“ El 20 de agosto de 1936, tras un caso que afecta a algunos franciscanos de Waldbreitbach, el episcopado alemán publica una carta pastoral colectiva en la que ‘condena severamente’ a los responsables y subraya la colaboración de la Iglesia con los tribunales estatales.” Al mismo tiempo, “los obispos hacen notar que entre los maestros de las escuelas estatales y en la misma organización juvenil del régimen, la Hitlerjugend, los casos de condenas por abusos sexuales son mucho más numerosos que entre el clero católico”.
“Lo que determina la gran campaña de 1937 es la encíclica de Pío XI contra el nazismo”, señala Introvigne. “Mariaux lo prueba a través de las detalladísimas directrices enviadas por Goebbels pocos días después de la publicación de la Mit brennender Sorge, dirigidas a la GESTAPO, la policía política del Tercer Reich, y sobre todo a los periodistas, invitados a ‘descubrir’ los casos juzgados en 1936, e incluso episodios más antiguos, reproponiéndolos constantemente a la opinión pública”.
De todos modos, en aquellas fechas todavía se mantenía cierta independencia de los tribunales. “De los 325 sacerdotes y religiosos detenidos después de la encíclica solo 21 fueron condenados. Y es casi seguro que entre estos había inocentes calumniados. Casi todos acabarán en campos de concentración, donde muchos morirán”.
El intento nazi de descalificar a la Iglesia a escala internacional no triunfó. Gracias al coraje de Canaris y a la constancia del investigador jesuita Mariaux, la verdad saldrá a la luz durante la guerra. “La perfidia de la campaña de Goebbels suscitará más indignación que la eventual culpabilidad de algunos religiosos. El origen de todos los ‘pánicos morales’ en materia de sacerdotes pedófilos les explotará en las manos a los mismos propagandistas del nazismo que habían tratado de organizarlo”.
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