lunes, 14 de septiembre de 2009

Dos Kennedy ante el derecho a la vida.

Aceprensa (pincharacá) publica este artículo que hace pensar.
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Ross Douthat, columnista del New Tork Times, comenta en su último artículo las distintas posturas frente al aborto del senador Edward (Ted) Kennedy y su hermana Eunice Kennedy Shriver, fallecidos el pasado agosto.
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Fuente: The New York TimesFecha: 2 Septiembre 2009
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Solo dos semanas transcurrieron entre la muerte de Eunice Kennedy Shriver (el 11 de agosto, a los 88 años), fundadora de los Juegos Olímpicos Especiales (para deportistas con deficiencias mentales), y la de su hermano Ted (el 25 de agosto, a los 77 años), el célebre senador demócrata. Los dos, dice Ross Douthat, merecen ser recordados juntos, “por lo que sus legados tenían en común y por lo que finalmente los separó”.
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En común tenían ambos hermanos “un apasionado liberalismo y una firme fe católica”. Tanto el empeño de Ted a favor de causas como la educación, la atención sanitaria o los inmigrantes, como el trabajo de Eunice en beneficio de los discapacitados estaban fundados en la doctrina social de la Iglesia.
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Lo que separaba a los hermanos era el aborto. “Junto con su marido, [Robert] Sargent Shriver, Eunice pertenecía al menguante número de liberales norteamericanos abiertamente pro-vida. Como su Iglesia, ella consideraba consecuente, no contradictorio, defender a los pobres, los marginados y los oprimidos, y proteger la vida humana no nacida”.
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Al principio, su hermano Ted coincidía con ella, como muestra una muy citada carta suya de 1971 a un elector: “Estoy convencido de que la vida humana, querida o no, aun en sus fases más tempranas, tiene ciertos derechos que han de ser reconocidos: el derecho a nacer, el derecho al amor, el derecho a crecer”. Pero, al igual que otros católicos liberales, señala Douthat, Ted Kennedy acabó siguiendo la evolución de su partido y se convirtió en un constante defensor
del aborto, como muestra su historial en el Senado.
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En 1992, Eunice participó en el último intento relevante de cambiar la postura abortista de su partido, con una petición a la convención demócrata a favor de un “nuevo planteamiento” que “no enfrente a la madre contra el hijo”. El texto proponía idear “políticas responsables, que protejan y promuevan el interés de las madres y de sus hijos, tanto antes como después del nacimiento”. La iniciativa no tuvo éxito.
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El columnista subraya la paradoja a que condujo la discrepancia entre los dos Kennedy. “Merced al trabajo de Eunice con los discapacitados, un grupo de personas que antes habían sido marginadas u ocultadas de la escena pública –o lobotomizadas, como su hermana Rosemary– fue admitido a una más plena participación en la vida humana ordinaria. Pero merced a leyes que su hermano apoyó incansablemente, ese mismo grupo fue sacado de la escena otra vez: por ejemplo, la tasa de aborto
de fetos diagnosticados con síndrome de Down se estima en nada menos que el 90%”.

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