lunes, 7 de septiembre de 2009

Elegancia y pudor

De nuestro sitio recomendado arvo.net, seleccionamos esta artículo (pincharacá) de Blanca Castilla Cortázar de la Real Academia de Doctores.
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La elegancia abarca todos los modos de presentarse y comportarse la persona. Se extiende también a los objetos humanos de uso más directo y de un modo amplio se puede hablar de una arquitectura o de una ciudad elegante. El arte, como creación humana, puede extenderse a todo el ámbito de la vida y el actuar humano resaltando la belleza que se advierte sensiblemente. Sin embargo, hay un sentido más estricto de la elegancia que se refiere al vestido. El modo de vestir, teniendo más o menos en cuenta los dictados de la moda, en definitiva tendría que ser la expresión de la personalidad de quien se viste. En este sentido, y teniendo en cuenta que cada persona es única e irrepetible habría que concluir que cada persona requeriría un diseño exclusivo. Algo de eso puede haber en el anhelo de exclusividad. Lo cierto es que un modo de vestirse auténtico ha de llevar el sello del estilo propio.
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La elegancia está relacionada con la belleza. A los requerimientos éticos -que realzan lo específicamente humano, el buen gusto y el estilo propio añaden atractivo a lo ya realmente valioso. Ser ético no basta: hay muchos modos de hacer el bien. Lo estético aumenta y realza lo bueno que hay en cada persona. Sin embargo, aquí, no voy a referirme directamente a los aspectos éticos. Voy a detenerme en el significado antropológico que tiene el modo de comportarse. Voy a descender al por qué de las actitudes, que los filósofos han explicado desde hace tiempo. Voy a tratar de profundizar en algo que los clásicos llamaron vergüenza y más adelante se llamó pudor, porque al profundizar en esa actitud humana se encuentra lo más noble del ser humano que se deno
mina con el término persona.
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1. Modos de presentar el pudor
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Hay varias maneras de enfocar el pudor:
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a) Una clásica, que lo presenta no tanto como una virtud sino como un sentimiento, vinculado a cierto tipo de manifestaciones. Es un sentimiento que se confunde con el de la vergüenza. Cuando falta se habla de desvergüenza.
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b) Otro modo de afrontar el pudor es el de los filósofos llamados personalistas. Sostienen que es característico de la persona ser pudorosa. El pudor es como la salvaguarda de la intimidad, la prueba de que la persona tiene intimidad y no una existencia meramente pública. El pudor acompaña siempre a la persona y su desaparición comporta una disminución de la personalidad.
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c) Para otros el pudor es un prejuicio injustificado, que va en contra de lo natural y del que conviene librarse. Se destaca su carácter convencional, en dependencia con las diversas culturas, por lo que no se puede decir exactamente en qué consiste.
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Ante estos planteamientos hay que decir que el pudor es un sentimiento, pero es más que un sentimiento. Tiene un profundo significado antropológico. Por eso el planteamiento personalista es el más profundo. Y frente a quienes propugnan librarse de él como algo antinatural hay que decir que ciertamente el pudor ofrece muchas variantes y que no tiene, por así decir, reglas fijas, pero también es claro que aparece en todas las culturas. La clave del pudor es que el hombre es un ser personal; se pierde el pudor porque se debilita el sentido de ser persona o por un ambiente que fomenta la despersonalización y la masificación.
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El carácter personal del hombre explica el pudor; los animales tienen miedo y temor pero no son pudorosos ni impúdicos, se comportan de manera instintiva. El ser humano, en cambio, es personal y en él aparece el pudor o la vergüenza, ante determinadas cosas que aparecen públicamente y que deberían haberse conservado en la intimidad. La desvergüenza obedece a una pérdida de la intimidad.
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